1: SOLA SCRIPTURA
– SOLO LA ESCRITURA (La Biblia es el único estándar de Fe y Practica)
La
doctrina de que la Biblia es por sí sola la autoridad suprema, fue el
“Principio Formal” de la Reforma. En 1521, en el histórico interrogatorio de la
Dieta de Worms, Martin Lutero declaró que su conciencia estaba cautiva a la
Palabra de Dios diciendo: “Al menos que se me convenza mediante testimonios de
la Escritura, y claros argumentos de la razón, — porque no le creo ni al Papa,
ni a los concilios, ya que está demostrado que a menudo han errado y se
contradicen entre ellos —, estoy vencido por los textos de la Sagrada Escritura
que he citado, y mi conciencia está ligada a la Palabra de Dios. “Del mismo
modo, la Confesión de Bélgica estableció: “Creemos, que esta Santa Escritura
contiene de un modo completo la voluntad de Dios, y que todo lo que el hombre
está obligado a creer para ser salvo se enseña suficientemente en ella… Tampoco
está permitido igualar los escritos de ningún hombre -a pesar de lo santos que
hayan sido- con las Divinas Escrituras, ni la costumbre con la verdad de Dios
(pues la verdad está sobre todas las cosas), ni el gran número, antigüedad y
sucesión de edades o de personas, ni los concilios, decretos o resoluciones;
porque todos los hombres son de suyo mentirosos y más vanos que la misma
vanidad. Por tanto, rechazamos de todo corazón todo lo que no concuerda con
esta regla infalible…” (VII).
La
Escritura dice:
“Abre
mis ojos, y miraré las maravillas de tu ley… Me postraré hacia tu santo templo,
y alabaré tu nombre por tu misericordia y tu fidelidad; Porque has engrandecido
tu nombre, y tu palabra sobre todas las cosas… Pero persiste tú en lo que has
aprendido y te persuadiste, sabiendo de quién has aprendido; y que desde la
niñez has sabido las Sagradas Escrituras, las cuales te pueden hacer sabio para
la salvación por la fe que es en Cristo Jesús. Toda la Escritura es inspirada
por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en
justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado
para toda buena obra.” (Salmo 119:18; Salmo 138:2; 2 Timoteo 3:16-17)
Este
lema define la función de las Escrituras como única autoridad sobre la iglesia.
Así como los Reformadores del siglo dieciséis y diecisiete rechazaron la
autoridad del papado y la iglesia Romana, los protestantes contemporáneos deben
hoy rechazar toda autoridad extra-escritural sobre la iglesia. Cualquier
autoridad, organización, experiencia, liderazgo, motivo o práctica dentro de la
iglesia debía estar sujeta al lema de Solo la Escritura. El predicar fielmente
y el escuchar atentamente la Palabra de Dios tiene que volver a ser un acto
central en la adoración cristiana. La aplicación de las enseñanzas Bíblicas a
la vida practica y cotidiana de los cristianos y de la iglesia es nuestra tarea
continua. El entendimiento y la aplicación práctica de las verdades bíblicas
son indispensables para la santidad, piedad, salud, el cuidado y la disciplina
de la iglesia.
La
Escritura solamente es la regla inerrante de la vida de la iglesia, pero la
iglesia protestante de hoy le ha quitado a la Escritura su función de
autoridad. En práctica la iglesia se guía con mucha frecuencia por la cultura.
Las técnicas terapéuticas, las estrategias de mercadeos y el ritmo del mundo
del entretenimiento y de los medios de comunicación tienen mucha más influencia
sobre las necesidades, el funcionamiento y los objetivos de la iglesia que la
Palabra de Dios. Los pastores han descuidado su derecho y obligación de decidir
y supervisar los servicios de adoración, que incluye el contenido doctrinal de
la música. En la medida
en
que la autoridad bíblica ha sido abandonada en la práctica, las verdades bíblicas
desvanecen de la realidad cristiana y las doctrinas bíblicas han perdido
importancia, la iglesia poco a poco se ha despojado de su integridad, autoridad
moral y dirección.
En
lugar de adaptar la fe cristiana para satisfacer las necesidades que sienten
los consumidores, debemos proclamar la ley como única medida de verdadera
virtud y el evangelio como el único mensaje de verdad salvífica. La Escritura
debe transferirnos de nuestras necesidades percibidas a nuestras necesidades
reales, y debe liberarnos de nuestra miopía de vernos a nosotros mismos a
través de las imágenes seductivas, clichés, promesas, y prioridades de la
cultura de las masas. La única manera de poder comprendernos correctamente a
nosotros mismos y ver las provisiones de Dios para suplir nuestras necesidades
es a la luz de la verdad de Dios. La Biblia, por consiguiente, debe ser
enseñada y predicada en la iglesia. Los sermones deben ser exposiciones de la
Biblia y sus enseñanzas, y no expresiones de las ideas y opiniones de la época
y culturas. No debemos ir más allá de la verdad que Dios nos ha dado. El
trabajo del Espíritu Santo en la experiencia personal no puede estar
desconectado de La Escritura. El Espíritu de Dios no habla en forma contraria o
independiente de La Escritura. Sin La Escritura nunca hubiésemos sabido de la
gracia de Dios en Cristo. La Palabra bíblica, no las experiencias espirituales,
es la base de la verdad.
Tesis
Primera: Sola Scriptura:
Afirmamos
que la Escritura inerrante es la única fuente de revelación divina escrita, la
cual es lo único que puede regir la conciencia. La Biblia sola enseña todo lo
que es necesario para nuestra salvación de pecado y es la medida con la cual
todo el compartimento del cristiano debe medirse
Negamos
que cualquier credo, concilio o individuo pueda regir la conciencia del
cristiano, que el Espíritu Santo habla independientemente o lo contrario de lo
que está escrito en la Biblia, o que experiencias espirituales personales
puedan ser en alguna forma u ocasión, medio de revelación.
2: SOLA FIDE – SOLO POR FE (Justificación solo
por la Fe)
El
“Principio Material” de la Reforma fue la justificación solamente por fe. La
Confesión de Fe de Westminster establece, “La Fe, así recibida y reposada en
Cristo y su justicia, es el único instrumento de justificación; aunque esta no
actúa sola en la persona justificada, sino que está siempre acompañada de todas
las demás gracias salvíficas; no siendo una Fe muerta, sino más bien, una Fe
que obra por el amor.”
De
la misma manera, la Confesión de Ginebra señalo la necesidad para aquellos justificados
por fe diciendo, “Confesamos que la entrada que tenemos a los grandes tesoros y
riquezas de la bondad de Dios que nos es asegurada es por fe; como también, con
confianza cierta y seguridad de corazón, creemos en las promesas del evangelio,
y recibimos a Jesucristo como nos es ofrecido por el Padre y nos es descrito
por medio de la Palabra de Dios. (Artículo 11)”.
La
Escritura dice:
“Así
Abraham creyó a Dios, y le fue contado por justicia. Sabed, por tanto, que los
que son de fe, éstos son hijos de Abraham. Y la Escritura, previendo que Dios
había de justificar por la fe a los gentiles, dio de antemano la buena nueva a
Abraham, diciendo: En ti serán benditas todas las naciones. De modo que los de
la fe son bendecidos con el creyente Abraham. Porque todos los que dependen de
las obras de la ley están bajo maldición, pues escrito está: Maldito todo aquel
que no permaneciere en todas las cosas escritas en el libro de la ley, para
hacerlas. Y que por la ley ninguno se justifica para con Dios, es evidente,
porque: El justo por la fe vivirá;” (Gálatas 3:6-11)
Este
lema define cual es el medio único por el cual se puede alcanzar la salvación.
Esto es, cuando Dios por su gracia da fe al pecador para creer en Cristo y ser
salvo. Esa fe es el medio. Dios no salva a alguien automáticamente si no cree.
Nadie nace salvo, nadie hereda la salvación, ni nadie puede salvarse a sí mismo
o salvar a otros. Solo la fe salva. Y esa fe es en Cristo. El Objeto de la Fe
es Cristo. Y esa fe nos es dada por gracia. Este fue el aspecto crucial de la
Reforma Protestante. Martín Lutero fue liberado de sus tormentos de conciencia
en el convento donde se auto-laceraba buscando justificación cuando leyó: El
Justo por la Fe vivirá (Romanos. 1:17)
La
justificación es a través de la gracia solamente, por fe solamente, debido a
Cristo solamente. Este es el artículo por el cual la iglesia se mantiene en pie
o cae. Hoy en día este artículo es ignorado, distorsionado o a veces aún negado
por líderes, profesores teológicos, académicos y pastores que se creen ser
evangélicos. Aparte de que la caída naturaleza humana siempre se ha negado a
reconocer la imputación de la santidad de Cristo, las ideas modernas avivan las
llamas del descontento con el Evangelio bíblico. Nosotros hemos permitido que
este descontento dirija la calidad de nuestro ministerio y lo que estamos
predicando.
Muchos
miembros del movimiento de crecimiento de iglesias creen que la comprensión
sociológica de los miembros de la congregación es tan importante para el éxito
del evangelio como las verdades bíblicas que se proclaman. Como resultado de
esto, convicciones teológicas son frecuentemente separadas del trabajo del
ministerio. La orientación y técnicas de mercadería en la iglesia nos alejan
mucho más, borrando la distinción entre la Palabra bíblica y el mundo, robando
la cruz de Cristo de su ofensa, y reduciendo la fe cristiana a los principios y
métodos que traen éxito a las corporaciones seculares del mundo.
Mientras
la teología de la cruz puede ser creída, estos movimientos en la realidad la
despojan de su significado. No hay evangelio excepto el de la sustitución de
Cristo por nuestro lugar de tal manera que Dios le imputó a Cristo nuestro
pecado e imputó en nosotros la santidad de Cristo. Debido a que Cristo recibió
el juicio que nosotros merecíamos, por esto nosotros ahora caminamos en su
gracia, como aquellos que han sido perdonados para siempre, aceptados y
adoptados como hijos de Dios. No hay ninguna base para ser aceptados frente al
Santísimo Dios, excepto el trabajo salvífico de Cristo. Nuestra aceptación por
Dios no depende de nuestro patriotismo, devoción eclesiástica o decencia moral.
Solamente depende del trabajo de Cristo. El evangelio declara lo que Dios ha hecho
por nosotros en Cristo. El evangelio no declara lo que nosotros podamos hacer
para encontrar a Cristo.
TESIS
SEGUNDA: SOLA FIDE
Reafirmamos que la justificación es por gracia, solamente por medio de la de fe en Cristo. En la justificación la santidad de Cristo es imputada a nosotros como la única posible satisfacción a la justicia perfecta de Dios. Negamos que la Fe salvadora emerge del corazón del hombre pecador, la Fe salvadora es un don de Dios, y como tal, es solo Dios quien lo da libremente a quien Él quiere, el hombre muerto en sus pecados no puede generar tal Fe para creer en y creerle a Dios; esto es un regalo de la libre voluntad de Dios, y la base de la Fe es el Testimonio de Dios, el cual esta revelado en la Santa Palabra, afirmamos que el objeto de la Fe es Cristo, y su obra redentora en la cruz, así y solo así es que solamente por medio de la fe somos salvos.
3: SOLA GRATIA – SOLO POR GRACIA (La salvación
es solo por la Gracia de Dios)
Un
clamor central de la Reforma fue la “salvación por gracia”. Aunque la iglesia
romana enseña que la misa es un “sacrificio [que] es verdaderamente
propiciatorio”, y que por medio de la misa “Dios…. nos otorga la gracia y el
don de la penitencia, remite nuestras faltas e incluso nuestros enormes
pecados”, — los reformadores se regresaron a la doctrina bíblica de la
salvación por gracia mediante la fe. Nuestra postura justificada ante Dios es
imputada por la gracia a causa de la obra de Jesucristo nuestro Señor. En
contraste con las doctrinas de mérito personal impartido por Roma, sola gratia
y las doctrinas de la gracia, – depravación total, elección incondicional, la
redención particular, y la perseverancia de los santos - fueron predicadas por
todos los reformadores protestantes en todo el movimiento protestante.
Como
declara la Confesión Bautista de 1689, “Cristo, por su obediencia y muerte,
saldó totalmente la deuda de todos aquellos que son justificados; y por el sacrificio
de sí mismo en la sangre de su cruz, sufriendo en el lugar de ellos el castigo
que merecían, hizo una satisfacción adecuada, real y completa a la justicia de
Dios en favor de ellos; sin embargo, por cuanto Cristo fue dado por el Padre
para ellos, y su obediencia y satisfacción fueron aceptadas en lugar de las de
ellos, y ambas gratuitamente y no por nada en ellos, su justificación es
solamente de pura gracia, a fin de que tanto la precisa justicia como la rica
gracia de Dios fueran glorificadas en la justificación de los pecadores.”
La
Escritura dice:
“Bendito
sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda
bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo, según nos escogió en
él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha
delante de él, en amor habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos
por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad, para alabanza de
la gloria de su gracia, con la cual nos hizo aceptas en el Amado, en quien
tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados según las riquezas de su
gracia, que hizo sobreabundar para con nosotros en toda sabiduría e
inteligencia,..” (Efesios 1:3-8)
Este
lema define el fundamento sobre el cual Dios acepta a los hombres. La gracia es
lo contrario a pago o compensación. Cualquier cosa que una persona merezca o se
haya ganado por su mérito o esfuerzo es pago o compensación. Pero la gracia no
tiene que ver nada con méritos personales. La gracia solo la puede disfrutar
gente indigna. Esto es la esencia del Evangelio: Porque por Gracia sois salvos…no
por obras para que nadie se glorié (Efesios 2:8-9).
Por
la exaltación de esa gracia, que es lo único que ha movido a Dios a salvar a
los pecadores, los protestantes abandonaron la confianza en sí mismos y en las
promesas de la doctrina Romana. No hay obra humana que pueda ser base de
salvación. No hay método, técnica o estrategia que pueda transformar al hombre.
La fe que salva no puede ser producida en el corazón humano. Dios la da solo
por gracia.
La
confianza sin garantía en la habilidad humana es un producto de la caída de la
naturaleza humana. Esta confianza falsa ha invadido el mundo evangélico.
Aparecen ideas como el evangelio de auto-estima y auto suficiencia, el
evangelio de salud y prosperidad, el evangelio que se ha convertido en un
producto para vender y pecadores que se han convertido en consumidores que
quieren comprar el producto, la fe cristiana considerada como verdadera, no
porque sea verdad absoluta sino porque es un método que funciona. Estas
actitudes silencian la doctrina de justificación, no importa el compromiso o la
doctrina oficial de nuestras iglesias.
La gracia
de Dios en Cristo no es solamente necesaria, sino que es la única causa
suficiente de salvación. Confesamos que todo ser humano nace espiritualmente
muerto y por consiguiente es incapaz de aún cooperar con gracia regenerarte.
Tesis
Tercera: Sola Gratia
Reafirmamos
que en salvación somos rescatados de la ira de Dios solamente por su gracia. El
trabajo sobrenatural del Espíritu Santo es el que nos trae a Cristo a través de
liberarnos de nuestra esclavitud del pecado y resucitarnos de la muerte
espiritual a la vida espiritual.
Negamos que la salvación sea de alguna manera el resultado de trabajo humano. Métodos humanos, técnicas o estratégicas humanas que en sí mismas no pueden producir esta transformación. La Fe salvadora no es producida por nuestra naturaleza humana no regenerada, es solamente dada por Parte de Dios al pecador de pura Gracia.
4: SOLUS CHRISTUS O SOLA CHRISTO – SOLO POR
CRISTO (Solamente por medio de la obra de Cristo hay salvación)
La
Reforma hizo un llamado a la iglesia a regresar a la fe solo en Cristo como
único mediador entre Dios y el hombre. Mientras la iglesia romana mantuvo que
“hay un purgatorio y las almas que son detenidas allí son ayudadas por las
oraciones intercesoras de los feligreses”, “los santos deben ser invocados y
venerados;”, y que, “sus reliquias deberán ser veneradas”, los reformadores
enseñaron que la salvación es solamente a través de la obra de Cristo. Como
dijo Juan Calvino en los Institutos de la Religión Cristiana, “…intervino
Cristo, e intercediendo por nosotros tomó sobre sus espaldas la pena y pagó
todo lo que los pecadores habían de pagar por justo juicio de Dios; que expió
con su sangre todos los pecados que eran causa de la enemistad entre Dios y los
hombres; que con esta expiación se satisfizo al Padre… vemos solamente hacia
Cristo para obtener favor divino y amor paternal.”
De
la misma manera en el Catecismo de Heidelberg, Pregunta 30, “¿Creen pues
también en el único Salvador Jesús, aquellos que buscan su salvación en los
santos, o en sí mismos o en cualquiera otra parte?
No, porque,
aunque de boca se gloríen de tenerle por Salvador, de hecho, niegan al único Salvador
Jesús: pues necesariamente resulta, o que Jesús no es perfecto Salvador o que
aquellos que con verdadera fe le reciben por Salvador tienen que poseer en El
todo lo necesario para su salvación.”
La
Escritura dice:
“Porque
hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo
hombre, el cual se dio a sí mismo en rescate por todos, de lo cual se dio
testimonio a su debido tiempo… el cual nos ha librado de la potestad de las
tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo, en quien tenemos redención
por su sangre, el perdón de pecados. Él es la imagen del Dios invisible, el
primogénito de toda creación. Porque en él fueron creadas todas las cosas, las
que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean
tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por
medio de él y para él. Y él es antes de todas las cosas, y todas las cosas en
él subsisten; y él es la cabeza del cuerpo que es la iglesia, él que es el
principio, el primogénito de entre los muertos, para que en todo tenga la preeminencia;”
(1 Timoteo 2:5-6; Colosenses 1:13-18 )
Este
lema define el origen y el objeto central de la fe cristiana. Los reformadores
se opusieron a exaltar cualquier cosa que no fuera la suficiencia de Cristo.
Ningún ritual, institución o individuo puede ni debe ser motivo de confianza
sino Cristo. Ningún proyecto, visión o necesidad debe competir por el lugar
primario de Cristo en la iglesia. Ninguna filosofía, ideal o argumento debe ser
predicado en la iglesia que no exalte a Cristo y su muerte en la cruz por el
pecado de los hombres. Tenemos fe en Cristo, no fe en la fe, o en las
oraciones, o en la iglesia. Solo Cristo es digno de confianza pues él es el
único salvador.
En
la manera en que la fe cristiana ha sido secularizada, sus intereses han sido
mezclados con los intereses de la cultura. El resultado es la pérdida de los
valores absolutos, individualismo permisivo, y la sustitución de bienestar por
santidad, recuperación por arrepentimiento, institución por verdad,
sentimientos por creencia, destino por providencia, y gratificación inmediata
por esperanza perdurable. Cristo y su cruz han sido desplazados del centro de
nuestra visión.
Tesis
Cuarta: Solus Chistus
Reafirmamos
que nuestra salvación es obtenida por la pura Gracia de Dios mostrada en la
obra Redentora y Mediadora de Cristo. Su vida sin pecado y su pago sustitutivo
por los pecadores solamente son suficientes para nuestra justificación y
reconciliación con el Padre.
Negamos que el evangelio sea predicado sin el trabajo sustitutivo de Cristo, si es así, entonces, este no debe ser declarado y la fe en Cristo no es solicitada.
5: SOLI DEO GLORIA – SOLO A DIOS LA GLORIA (Solamente se le debe dar la Gloria a Dios en
la Salvación de los pecadores)
La
Reforma recupero la enseñanza bíblica de la soberanía de Dios sobre todos los
aspectos de la vida del creyente. Toda la vida deberá ser vivida para la gloria
de Dios. Como pregunta el Catecismo Menor de Westminster, “¿Cuál es el fin
principal del hombre? El fin principal del hombre es el de glorificar a Dios, y
gozar de Él para siempre.” Este gran y apasionado propósito fue enfatizado por
aquellos en el Siglo 16 y 17 que buscaban reformar a la iglesia de acuerdo a la
Palabra de Dios. En contraste a la división monástica de vida de lo sagrado
contra lo secular perpetuado por la Iglesia Romana, los reformadores vieron que
toda la vida debe ser vivida bajo el Señorío de Cristo. Cada actividad del
cristiano ha de ser santificado para la gloria de Dios.
La
Escritura dice:
“Si,
pues, coméis o bebéis, o hacéis otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios…
Si alguno habla, hable conforme a las palabras de Dios; si alguna ministra,
ministre conforme al poder que Dios da, para que en todo sea Dios glorificado
por Jesucristo, a quien pertenecen la gloria y el imperio por los siglos de los
siglos. Amén. … y nos hizo reyes y sacerdotes para Dios, su Padre; a él sea
gloria e imperio por los siglos de los siglos. Amén. … Amados, esta es la
segunda carta que os escribo, y en ambas despierto con exhortación vuestro
limpio entendimiento, a él sea gloria en la iglesia en Cristo Jesús por todas
las edades, por los siglos de los siglos. Amén. … diciendo: Amén. La bendición
y la gloria y la sabiduría y la acción de gracias y la honra y el poder y la
fortaleza, sean a nuestro Dios por los siglos de los siglos. Amén. … Porque de
él, y por él, y para él, son todas las cosas. A él sea la gloria por los
siglos. Amén.” (1 Corintios 10:31; 1 Pedro 4:11; Apocalipsis 1:6; 2 Pedro
3:1; Efesios 3:21; Apocalipsis 7:12; Romanos 11:36)
Este
lema define la esencia de la adoración a Dios. Una de los grandes logros
protestantes fue rescatar la adoración espiritual de la contaminación ritual,
idolátrica y supersticiosa en que se encontraba. Más tarde, el movimiento
Puritano termino de purificar lo que aun restaba. Los puritanos fueron llamados
así por su protesta contra la conservación de rituales Romanistas en la iglesia
de Inglaterra (anglicana) y por qué reclamaban una adoración más pura para
Dios. En esencia la adoración debe tener a Dios como el centro. Toda adición no
sancionada por la Escritura fue desechada por los verdaderos protestantes. El entretenimiento,
así como el gusto y la complacencia personal no tienen lugar en la adoración a
Dios.
Hoy
día la protesta no es contra los poderes estatales que querían detener la
Reforma. La protesta hoy debe ser contra la tolerancia de las iglesias protestantes
contemporáneas ante la degradación del Cristianismo Bíblico. Y esa degradación
ha venido en la medida en que los principios expresados en las cinco Solas han
sido violados.
Cuando
en la iglesia la autoridad bíblica se ha perdido, Cristo se ha desplazado, el
evangelio se ha distorsionado, o la fe se ha pervertido, siempre ha sido por
una razón: nuestros intereses han desplazado los intereses de Dios y entonces
hacemos su trabajo según nuestros intereses y como nos plazca. La pérdida de la
centralidad de Dios en la vida de la iglesia de hoy es un hecho común y
lamentable. Esta pérdida es la que nos permite transformar adoración en
entretenimiento, la predicación del evangelio en mercadeo, fe y creencia en
técnicas, ser bueno en sentirse bueno y sentir bien, y fidelidad en éxito o
sentimientos de haber obtenido santidad. Como resultado de esto, Dios, Cristo y
la Biblia comienzan a tener poco significado para nosotros y no tienen influencia
sobre nuestras vidas.
Dios
no existe para satisfacer ambiciones humanas, deseos y apetitos de consumidores
o nuestros intereses espirituales privados. Debemos enfocarnos en Dios en
nuestra adoración, en lugar de buscar en la adoración la satisfacción de
nuestras necesidades personales. Dios es soberano en adoración; nosotros no lo
somos. Nuestra preocupación absoluta debe ser por el reino y la gloria de Dios,
no por nuestros imperios, popularidad o éxito.
Tesis Quinta: Soli Deo Gloria:
Reafirmamos
que debido a que la salvación viene de Dios y ha sido obtenida por Dios, ésta
es para la gloria de Dios y que debemos glorificarlo a Él siempre. Debemos
vivir nuestra vida completa en Santidad y Piedad en la presencia de Dios, bajo
la autoridad de Dios y solamente para su gloria.
Negamos
que nosotros podemos propiamente glorificar a Dios si nuestra adoración es
confundida con entretenimiento, si descuidamos la LEY o el EVANGELIO en la
predicación, o si autosuperación, autoestima o satisfacción propia se han
convertido en alternativas para el evangelio, entonces hemos dejado de dar solo
la Gloria a Dios.
UN
LLAMADO AL ARREPENTIMIENTO Y A LA REFORMA
La
fidelidad de la iglesia cristiana en épocas pasadas tiene un contraste
prominente con la infidelidad de la iglesia del presente. A comienzos del siglo
veinte, las iglesias cristianas mantenían una función altamente misionera, y
crearon numerosas instituciones religiosas para servir en la causa de la verdad
bíblica y el reino de Dios. Esa era la época en la cual el comportamiento y las
expectativas de los cristianos eran muy diferentes del comportamiento y
expectativas de la cultura. Hoy en día no se ve la diferencia. El mundo
evangélico de hoy está perdiendo su fidelidad bíblica, brújula moral y el celo
misionero.
Nos
arrepentimos de nuestra contaminación con el mundo. Hemos sido influenciados
por los "evangelios" de la cultura secular, que no son evangelios.
Hemos debilitado la iglesia por nuestra propia falta de arrepentimiento serio,
nuestra ceguera a nuestro propio pecado que vemos tan claramente en otros, y
nuestra inexcusable falta de celo para hablarles a otros de Dios y del trabajo
salvífico de Cristo.
Con
gran sentido de emergencia, llamamos a cristianos equivocados que se han
desviado de la Palabra de Dios con respecto a esta Declaración para que vuelvan
al evangelio histórico, Bíblico. Los que se han desviado incluyen aquellos que
declaran que hay esperanza de vida eterna sin tener fe explicita en Jesucristo,
los que aseguran que los que rehúsan a Cristo serán exterminados en lugar de
tener que enfrentarse al justo juicio de Dios a través del eterno sufrimiento,
o los que aseguran que evangélicos y Católicos Romanos son uno en Cristo a
pesar de que los Católicos Romanos no creen en la doctrina bíblica de justificación. Por la gloria de Cristo. Amen
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